Esta vez sin lluvias, y con una bonita noche de verano, agradable para pasear, muy despejada y casi mágica, Quart de Poblet otra vez celebró la Passejà de Sant Onofre. Y no pudo ser de otra manera: Durante las tres horas en las que la passejà transcurrió, el fuego, el humo y los silbatos purificaron en su paso las calles de la localidad. Resultando de todo esto un ambiente especial, misterioso, festivo y mágico que ya son pocos los sitios donde se puede vivir.
Al rato de anochecer, la imagen de Sant Onofre salió de su Ermita escoltada por “coeters” y sin prisas, comenzó a “pasear” las calles del Pueblo acompañada en todo momento del fuego. Disparados con tenazas de madera, los cohetes iban creando luces de colores, chorros de chispa blanca, de chispa dorada, silbatos, truenos, bañando el ambiente de olor a pólvora y moviéndose todo lentamente. A la vez, nosotros, los visitantes, los aficionados y la gente del pueblo, íbamos paseando al lado. Se podría decir que la Passejá consiste en acompañar el fuego, vivirlo desde dentro y esto es probablemente una de las cosas que la hace especial. Es un aspecto que se debe cuidar con atención para no perderlo, y hacerlo compatible con unas buenas medidas de seguridad.
Los momentos más emotivos de la Passejà fueron cuando la imagen del Santo se detuvo para ofrecerle los tradicionales cultos de fuego. En estas paradas se realizan “rodes de foc” con cohetes especiales, y posteriormente ya pirotécnicos profesionales disparan espectáculos pirotécnicos más trabajados. “Les rodes de foc” son verdaderas plegarias de fuego en las que los cohetes, soplando, forman verdaderos muros de luz. Fuego que la gente contempla en silencio y con gran respeto. Si se puede definir lo que esto tansmite en vivo es mágia, emoción.
Por otro lado hay que decir que este año los espectáculos pirotécnicos, a cargo de Gori y de pirotecnia Matoses fueron muy cuidados, y sensibles en lo que a normativa y seguridad se refiere. Ambos optaron por composiciones con pirotecnia de palos dibujando originales composiciones, siempre acoplándose al entorno y bien enlazados con “les rodes de foc”. Fueron fuegos muy solemnes, clásicos, elegantes, y sobre todo, hechos a medida. Disparos de gran belleza con los que se rindió culto a Sant Onofre.
En resumen, se trata del ritual del fuego en estado puro, emotivo y emocionante. Esperemos que se siga realizando, aunque esto sin duda va a ser así, dado el cuidado y la ilusión con la que los Amigos de la Passejà preparan la fiesta cada año. Es de mención especial como en los tiempos de crisis económica que vivimos esta gente se cuida de mantener y de mimar sus raíces. Basta con ver como los padres van con sus hijos a la “fer la roda de foc”, y con cariño les enseñan, ayudan y transmiten la tradición.
El año que viene volveremos.
A continuación la galería fotográfica y videos del espectáculo.
Videos del portal de la Asociación Cultural Amigos de la Pirotecnia.
PiroFan.com
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